Uno de los efectos colaterales de
mi vida aquí con algo más de soledad y algo menos de luz eléctrica es que estoy
leyendo mucho. Hoy me empeñé en terminarme el cuarto libro que tenía entre
manos para poder escribir “me he leído 4 libros en un mes” (con lo tonto que
suena…)
Dos de ellos me los regaló mi
amigo Diego “Mal de Escuela” y “Las crónicas de la señorita Hempel” un ensayo y
una novela de “profesores y alumnos”. Me han encantado. Como casi todas las
historias de profes los protagonistas dan clases de lengua o literatura. Nosotros
también aparecemos, sí, pero como personajes secundarios, claro está: la severa
profesora de matemáticas de gran corazón o el profesor de física que siempre
lleva alguna mancha de más en la camisa.
En el último relato de la señorita
Hempel tras haber dejado la enseñanza y encontrarse a una antigua alumna, no
puede evitar rememorar la sensación que le provocaba pasarse la vida rodeada de
“…personas en su estado más puro, aún
libres del embotamiento que provoca el vulgar acto de la supervivencia,
inexpertos en el arte del disimulo”.Como un resorte me catapulté al
recuerdo de la obra de teatro… como se llamaba…aquella que vimos en el teatro
Pradillo que representaban 5 niños y que me impactó de una manera tan rotunda.
Al otro lado de esos mundos en
ebullición estoy yo explicando que para meterlo dentro de la raíz hay que
elevar el factor al índice de la raíz en cuestión. // ¿Pero no puedes decirme
ninguna medida de volumen?¿Kg es una medida de volumen…metro tal vez? Silencio…
Al final eligió bien, no los litros o los cm3 sino su técnica de
quedarse absorta mirando al frente para que dejara de preguntarle y pasara a
otra persona.
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